3 de enero de 2013

Hombre de piedra

Leyendas, Sevilla está llena de ellas. Hoy os traigo una de ellas, de las más famosas: el hombre de piedra.

En el siglo XV, era obligatorio arrodillarse ante el Santísimo Sacramento (la hostia consagrá) por una orden del rey Juan II (se puede ver debajo de la cruz que hace esquina de la parroquia del Salvador y la calle Villegas una placa con dicha ley). Cuenta la leyenda que un hombre que estaba de cerveceo de la época no sólo no se arrodilló sino que se puso a decí de tó menos guapa. 


Cuenta la leyenda que Dios, cabreaíto perdío, fulminó al chaval con un rayo y quedó arrodillado hecho una piedra, perdurando su pecao a lo largo de la historia. Este "hombre de piedra" está en la calle "Hombre de piedra" (ole yo) que es una bocacalle a la Alameda de Hércules. 



Bien, ahora la realidad. Tras la caída del Imperio Romano y la llegada de los visigodos y demás en la península, estos individuos usaron los edificios romanos para hacer los suyos propios. Es decir, cogían los templos, termas, casas, etc romanas para usar su piedra y construir los suyos propios. Por eso es muy usual encontrar columnas, piedras o esculturas romanas en los muros de las casas del centro histórico (AQUÍ podemos ver escritos romanos en la base de la Giralda). Por tanto, este "hombre de piedra" no es más que un torso romano que se encontraba en una pared de la casa de cualquiera y bueno, una cosa lleva a la otra.

Bueno, una vez estropeada la magia de la leyenda, ya saben el origen de la verdadera historia.