Hoy les traigo otro trozo de mi Sevilla
(mu nuestro el determinante posesivo), la Plaza de la Virgen de los
Reyes.
Dicha plaza era el anterior Corral de
los Olmos, centro de actividades de la ciudad. En él se traían las
grandes mercancías de las Américas, tales como la pintura (ya
hablaremos de eso en otro momento), los esclavos, y muchos más
objetos. También era el centro de la vida religiosa, donde se hacían
las grandes misas que eran fuera de la Magna Hispalensis, y donde
sacaban a la patrona de ésta nuestra ciudad, que le da nombre a
dicha plaza.
En esta plaza, llamada Virgen de los
Reyes, o como yo llamaría, “de los guiris”, tiene una preciosa
fuente de la exposición iberoamericana del 29, siendo de hierro
forjado en la ciudad, formada por cuatro brazos y uno vertical más
alto, en sus principios, hay que destacar, no era fuente.
Y quiero señalar una cerámica que
siempre vi pero nunca supe del todo qué era, hasta que “la Sevilla
que no vemos” me dio luz, como si del Salvador se tratase, pero aún
así, os lo traigo para mayor comodidad:
Esta cerámica que ven aquí se puso en
el año 1936 en dicha plaza, por encargo de D. Queipo de Llano,
general de los ejércitos de Sevilla.
La placa agradece a la Patrona de
Sevilla por la victoria ante el ejército republicano, batalla que
duró dos días naturales, y no hasta el 39, como en el resto de la
península, cosa que se agradece, el evitar el baño de sangre en la
ciudad.
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