Hubo un tiempo donde los BMW no iban por las calles del
centro, y los carruajes de caballos llevaban a sevillanos y no a japoneses,
ingleses o alemanes, dejando la mierda concentrada en la catedral (no pienso
pedir perdón por la palabra, lo que huele ahí es a MIERDA).
Estos carros de caballos iban por las pequeñas calles del
centro, tan estrechas como saben. Conducir uno de esos no es fácil, y más fácil
aún era que te chocases con la paré del vecino, por eso el sevillano de a pié,
hasta los mismo de que les aboyen la paré recién encalá (recuerde que leroy
Merlín no existía, por eso la gente tenía que usar cal para blanquear las
paredes, como aún se hace en muchos pueblos) le echó ingenio.
Si no se han fijado, en las paredes hay ruedas de piedra
gigantes en las paredes, pertenecen a molinos de aceite (el aljarafe era un
gran productor de aceite) y sirven pa eso, pa protegé las paredes, algo tipo,
“tu no me jodes la paré, pero yo te jodo el carrro”, así los cocheros tenían
más cuidadito.
En las esquinas se ponen columnas de mármol o piedra, por lo
mismo.
Y si la economía no daba para tanto mármol ni tanta piedra,
muchos pusieron pequeñas cuñas para evitar el paso cerca de sus paredes.
Así que ya sabe, si está harto de que le boyen la paré,
ponga una de éstas, va a ver como si de magia se tratase, no va a vorvé a pasá.
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