Cuenta la leyenda, que un rey cristiano llamado Pedro, que
veía como los jóvenes sevillanos caían como moscas por culpa de los duelos, los
prohibió con pena de cortar la cabeza a aquel que desobedezca (ahí no se
andaban con chiquitas con la ley, deberíamos de aprender un poquito namá).
Pero en uno de sus paseos nocturnos que se daba el rey en
solitario y con capucha, para ver cómo estaba la ciudad (vamos, igualito que
ahora) se encontró con un bandido (otros dicen que era un soldado, hay varias
versiones) que le retó a un duelo, que el rey, incumpliendo su ley, aceptó.
El bandido murió asesinado por el rey, que fue descubierto
por una mujer que le delató. Como el rey no se iba a cortar la cabeza a sí
mismo, mandó hacer una escultura de su cabeza (y ya que estamos, medio cuerpo)
como símbolo de la pena, curiosidades de la vida.
Ah! Por cierto, la escultura está en la Calle cabeza del rey
Don Pedro, con la calle Candilejo (los que pusieron nombres a las calles tienen
mucha guasa, pero que mucha).
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